sábado, 21 de septiembre de 2013

Relato: ¿Qué no te mentiría?

¡Qué día, qué semana, qué mes! Si pudiera contarte,  ¿qué no te contaría? ¿qué no te diría? ¿qué no te mentiría? Todas estas lágrimas, ¿a dónde van? ¿quién las recoge?  El volcán es una montaña  fría pero la lava ardiente surge del interior. Mis lágrimas son esa lava, ofrecen su calor a un cuerpo que de otro modo está muerto de frío. Son las lágrimas y es el dolor lo que me mantienen con vida, o al menos parece vida, aunque sólo sea una floja imitación.  ¿Mi corazón? Late por inercia, eso es. ¿Y mis pulmones? Se llenan de aire, pero nada más.  Mis pies van hacia delante, pero es lo único que avanza y no los gobierna mi mente sino mi miedo.  Mi voluntad no es nada frente a la decepción constante. Mis ganas no suponen diferencia frente a la indiferencia. Puedo sonreír sin esfuerzo, aunque sea baldío, puedo fingir interés,  aunque a nadie interese,  puedo fingir ser feliz aunque me desgarre por dentro, es fácil cuando te rodea la estupidez.  Engañar, mentir y fingir no suponen  esfuerzo cuando al engañado no le importa serlo.  Si la vida es solo ésto, si la vida es solo ésto…

Prisionera de mí misma, la más cruel carcelera. Atrapada, encerrada, encadenada, sin poder huir ni hacia atrás ni hacia delante. Con cerraduras invisibles pero imposibles de forzar. Y mis grilletes laceran el alma, no las manos, mis cadenas me pesan en las entrañas.

Hasta aquí.
 
 
 

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