lunes, 15 de octubre de 2012

Error último de atribución

Hay una tendencia a tratar a los demás como miembros de un grupo y no como personas individuales. Mediante los procesos de atribución tratamos de buscar explicaciones causales para la conducta del prójimo. Dichas atribuciones distan mucho de ser perfectas y son susceptibles a numerosos sesgos.

Uno de estos sesgos, el llamado error último de atribución es típico de las relaciones entre grupos y nos dice que solemos atribuir causas externas al éxito de los demás (suerte o ayuda por ejemplo) e internas al nuestro (compentencia o esfuerzo) mientras que a la inversa, atribuimos causas internas al fracaso de los demás (incompetencia...) y externas al nuestro (mala suerte, envidia).

Esta asimetría es tan fuerte que llega a plasmarse incluso en el lenguaje. Las conductas negativas del exogrupo se suelen codificar de manera abstracta (porque se consideran más resistentes al cambio y estables) y las del endogrupo de manera concreta (más susceptibles de una explicación situacional o circunstancial  y proclives al cambio). Un ejemplo es cuando ante un comportamiento agresivo de un miembro del exogrupo decimos de él que "es una persona agresiva" (abstracto) mientras que el mismo comportamiento realizado por un miembro del endogrupo se comunica de manera concreta: "ha dado un puñetazo" (concreto).

Los comportamientos positivos se comunican en términos abstractos cuando los realiza un miembro de nuestro grupo (decimos de alguien que "es  una persona educada") mientras que el mismo comportamiento realizado por un miembro del exogrupo se comunica en términos concretos ("hoy ha dado los buenos días").


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